jueves, 28 de marzo de 2013

APRENDIZ DE POETA


Siempre me ha gustado,

Mirar al cielo

¿Soy romántica?

Creo que sí,

ver amanecer,

me emociona,

las rojas puestas de sol

me parecen

el mejor espectáculo del mundo

contemplar una aurora boreal

me resulta alucinante

pero hoy mi cielo no es el mismo

pasan aviones llenos de bombas

dispuestos a matar a seres inocentes

¿podrá el mundo algún día limpiar mi cielo

de tanto asesino suelto.

Podré algún día volver a disfrutar

De mi limpio cielo.

Pero mientras tanto

¿a donde puedo mirar?

Envidia caracolera

Envidia caracolera




Para escribir no hay que darle vueltas hay que estar inspirada, y yo hoy no lo estoy, hay que tener algo en la cabeza, ilusión, imaginación y ya está. Buscas un tema y a escribir, porque pensamos que la primavera es una estación preciosa y te apetece viajar un poco. Bien es verdad que los árboles de los jardines ya empiezan a florecer, asustados de los días invernales que hemos soportado en el largo invierno, pero ahí esta mi problema, una cosa es contemplar la primavera desde tu casita y otra pensar en salir de viaje. no sabes si poner en la maleta, el abrigo, el chubasquero o el bikini, así que lo único original que se me ocurre es la envidia que me esta dando los caracoles, pues yo hoy seria feliz en mi viaje si como ellos pudiera llevar a cuestas mi casita.



martes, 5 de marzo de 2013

Al habla con mi nieta

Al habla con mi nieta


Es muy emocionante, cuando no está muy lejano el día en que amaneciste viuda. Terrible palabra cuando el destino te llega de repente a causa de un infarto, pero la vida sigue y recibes la primera nieta, un ser que en su sangre lleva algo de aquel que fue en tu vida todo. Es maravilloso ver crecer a los que más tarde vienen llegando, es lo más bonito que le puede pasar a una abuela, y ahora ya bisabuela.

Enseñarles sus primeros anjos, sus primeras experiencias, sus primeros chichones… pues caminar por este mundo no es nada fácil. Poco a poco, como es natural, llegan a esa edad que para mí tiene su encanto. ¿Y esto qué es? ¿Por qué? Ahí es nada, con toda su ingenuidad te está pidiendo que le enseñes a vivir. ¿Y tú, cuando eras pequeña, no tenías tele y móvil y ordenador y… y… y… y...?

No, cariño, cuando yo nací, había en casa una salamandra o estufa de carbón que había que encender y alimentar todo el día, así como la cocina llamada económica que igualmente se alimentaba de carbón. La mamá nos calentaba los camisones poniendo en un plato un poco de alcohol, los camisones se hinchaban con calor que subía de la llama que no comprendo ahora cómo no se incendiaban, pues jamás se quemaban. Las chicas no llevábamos pantalones y, a pesar de los calcetines de sport, los días de frío las rodillas y hasta el “lipurdi” se nos quedaban helados. Jugábamos con los cromos, las tabas, al vale y sobre todo a saltar a la comba. Para lavar la ropa, la criada iba al río y nos llevaba a nosotras que lo pasábamos en grande. No teníamos bicicleta. Lo que tuvimos fue una pequeña máquina PATE BABI de cine y veíamos películas del gato Félix, de Max Linder, etc. En casa había una radio, pero yo la recuerdo como cosa de mayores, pues para la gente menuda, hasta que no fui muy mayor, no disfruté de una de galena que fabricó mi hermano con una caja de zapatos y unos auriculares que pinchándoles en la piedra te permitía oír radio SEU, que estaba a la vuelta de la esquina en la calle Diego de León en Madrid.

Yo vivía en Tafalla (Navarra), un pueblo que poco tiene que ver con el de ahora, a 30 Km de Pamplona, la capital, pocas eran las personas que viajaban a diario en el único autobús que salía a las 8 y en el que no podías volver hasta la tarde. Para comprar algún pequeño recado, existía una recadera a la que se le daba el encargo por unas pocas pesetas, se llamaba la Chi-pana. No pasaban coches por la carretera, por la que se podía circular tranquilamente, pues hasta las cinco que llegaba la Tafallesa no había problema. En Tafalla, no había instituto ni complejo deportivo con piscinas, ni pasos de peatones, se paseaba por la carretera .Los ban-cos de la plaza eran de piedra y cuando en el invierno jugábamos a las tabas el “lipurdi” se nos quedaba pasmadico. Los suelos de la plaza y de los jardines eran de tierra y, aun así, aprendi-mos a bailar la jota.

Compara como vivís ahora, con casa con calefacción, teléfono y hasta un móvil para cada uno, bici para cada hermano, coche en la puerta, televisión panorámica, un ordenador en cada cuarto para que podáis estudiar con independencia, Instituto y piscina en el pueblo, el subir y bajar a Pamplona es como si vivieras en un barrio de la capital. Autobuses a todas horas. Pen-sando que la Vía Insurgentes de México tiene no sé cuántos kilómetros, esto es un paseo, cosa que hacía frecuentemente Coronas, un boticario que con su bastón en ristre se iba a la capital a pie.

Es una pena que una generación con bastante sapiencia encima, con tantas experiencias vivi-das, no las podáis heredar, pues aunque cada generación lleve los genes de sus padres, en realidad se nace de nuevo a cero. Para que la sociedad a la que el mundo ha llegado no siga cometiendo tantos errores, que nadie os tome el pelo, que consigáis unos gobiernos inteligentes y, sobre todo, lo que se dice de buenas personas.

Estudiad, leed todo lo que podáis y espero que no os coman el coco las muchas mafias de uno y otro signo que pululan por todo el mundo.

Espero que lleguéis a ser inteligentes, trabajadores, honrados y, sobre todo, libres de pensa-miento, que es el mayor don que hemos recibido de la madre naturaleza. A pesar de todo, creo que el mundo que os dejamos es muchísimo mejor que el que recibimos, sobre todo NOSOTRAS.