jueves, 22 de septiembre de 2011

MALA RACHA

En mi artículo anterior hablaba de rachas buenas; pues bien, éstas me duraron bien poco.

Ocurrió al llegar el mes de Agosto, con todos los preparativos de las fiestas y los hijos de Francia ya en mi casa. Este año sólo estaba Elisa pues los chicos estaban uno en Italia, con su amor, y el otro por África desde hace ya un sinfín de meses.

Pues fué el de África el que, víspera de fiestas, llamó con voz plañidera diciendo que se encontraba muy enfermo, después de que había estado por dos veces allí en el hospital con diarreas y con una pérdida de peso preocupante. Gracias a los adelantos en las comunicaciones, por un lado su padre, por otro su hermana Elisa y desde Francia Nicolás, el amor de Elisa, intentaron proporcionarle un viaje urgente en aviones, pues desde Burkina Faso no resultaba fácil el asunto. Al final y gracias a los teléfonos móviles, ordenadores e internet, se le pudo conseguir los billetes necesarios para el viaje.

Lo llevaron, su primo y su amiga, 400 km en la furgoneta hasta Ouagadougou, la capital. Una vez supimos que había podido subir en el avión respiramos un poco, aunque estuvimos hasta no verlo en casa con una angustia terrible. El cambio de avión, en Casablanca, lo hizo apoyándose en la guitarra pues no tenía fuerza para nada. Sus padres lo esperaban en Madrid a donde llegó como un trapico. La espera fue larga ,viendo cómo salía todo el mundo menos él , que tuvo que reclamar por sus maletas que afortunadamente no le llegaron, pues no hubiera podido ni agarrarlas de la cinta trasportadora.
La primera noche comido por la fiebre fue espantosa. Al día siguiente ingresó en el Hospital de Navarra en la sección de enfermedades tropicales. En el primer análisis vieron que se trataba de Malaria, del tipo más grave. Poco a poco con el tratamiento conveniente se fue solucionando la cosa. No encuentro palabras para agradecer al equipo médico del Hospital de Navarra, los cuidados y el éxito del tratamiento por ellos dirigido.

Una vez pasado este sucedido familiar, estamos pendientes de la operación de mi sobrino Iñaki, que lleva unos años con un trasplante de riñón que necesita sustituir por uno nuevo que le va a donar su hermano.
Así que de nuevo las abuelas no podemos estar más que preocupadas esperando el resultado...