Ayer, último lunes del mes de Enero de 2.009, fue la clase del club de lectura. Pues para rematar la cosa, el libro que hemos leído durante el mes, y que ayer comentamos, se titulaba Hiroshima; como se ve de alegre nada.
martes, 27 de enero de 2009
Enero negro
Ayer, último lunes del mes de Enero de 2.009, fue la clase del club de lectura. Pues para rematar la cosa, el libro que hemos leído durante el mes, y que ayer comentamos, se titulaba Hiroshima; como se ve de alegre nada.
martes, 13 de enero de 2009
alergias
He conocido a uno,era primo de tu abuelo de San Martin de Unx. Me enteré que había venido aquí a Tafalla a la residencia y fuí a verlo. Yo no soy muy amiga de perfumes pero nada más entrar en la habitación me despachó pués según me dijo mi perfume, que sería solamente la colonia fresca que uso en la ducha le producía una alergia espantosa,así que ojo al parche,el pobre estaba respirando oxígeno y murió no muy viejo
13 janvier 2009 .
sábado, 3 de enero de 2009
Original Nochevieja
Toda la familia reunida en torno al caldero de migas de pastor, el gorrinillo en el horno. Escarolas con uvas pasas, granadas, champán, Champomy para los jóvenes, sidra achampanada y toda clase de bebidas. Un año más.
De los dieciocho que somos habitualmente, este año faltan dos. Pero no importa, se coloca el ordenador encima del bureau y, como si de brujería se tratara, la nieta, que trabaja en Canadá, aparece en la pantalla a las doce menos cuarto. Hablamos todos con ella; las jóvenes pasan y pasan por delante de la pantalla para que su prima vea sus modernos modelitos para el cotillón. A sus padres se les alegra el corazón al sentir tan cerca a la ausente, que no puede volver este año por Navidad.
Empiezan las campanadas desde la Puerta del Sol de Madrid y, con uvas y champán, unos desde España y otra desde "el otro lado del charco", nos deseamos un feliz año 2009. Con el otro ausente, ya con la macedonia, los turrones y el café, por el Messenger y con la webcam nos vemos y hablamos deseándonos feliz Año Nuevo.
Yo, la abuela, con mis 80 años a cuestas, no puedo menos que pensar en mis antepasados, a los que asustaron los primeros teléfonos.
¿No parece brujería? Las meigas estarán contentas, porque se ve que haberlas "haylas".